
Cuando salimos de su casa, aprovechamos para dar un pequeño paseo por la zona. Eran las 5'30 y ya empezaba a caer la tarde. Beatriz dormía en su sillita. Fuimos hasta el Arco del triunfo. A lo lejos este Arco parece una pequeña construcción, pero cuando uno se acerca se encuentra con un edificio imponente que dispone de un mirador, desde donde un buen puñado de turistas disfrutaba el domingo de una vista privilegiada del anochecer parisino. La noche se impuso, las farolas y los letreros de los comercios, iluminaron la avenida de los Campos Elíseos. Es una zona de gran actividad. Abundan mucho los cines, especialmente las salas donde se exhiben las novedades de Hollywood (para un cine más de "autor" hay que ir a la zona del Barrio Latino y de Saint-Michel). Es curioso que, paseando por una avenida como esa, cuando hablaba con mi marido o miraba a los transeúntes o a los escaparates de los comercios tenía la sensación de estar en cualquier pequeña avenida de cualquier pequeña capital, pero de repente levanté la vista y contemplé la anchísima avenida, la iluminación que hizo de París la "Ville lumiére", los elegantes edificios, y tomé conciencia de dónde estaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario